- Área: 12568 m²
- Año: 2013
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Fotografías:Roland Halbe
Descripción enviada por el equipo del proyecto. El edificio de viviendas de Barajas se enclava dentro de la organización de manzanas previstas en la ordenación del nuevo ensanche de Barajas, generado fundamentalmente en un principio para captar la luz, la ventilación y la vida exterior.
Partiendo de la reglamentación urbanística fijada para esta manzana, el edificio nace como un juego de montaje donde la unión de las unidades de cédulas habitables componen un todo, es decir, las piezas autónomas son como cajas en una gran estantería de cinco plantas, intercaladas por terrazas y espacios abiertos.
El edificio se organiza alrededor de corredores abiertos a modo de las antiguas corralas madrileñas. Esta condición genera la interrelación entre vecinos y crea espacios de convivencia. Las viviendas tienen un carácter humano por su calidad arquitectónica y por los espacios comunes que fueron creados: los pasajes, las terrazas y el parque central interior.
La fachada está conjugada con la identidad y singularidad de cada vivienda pues fue concebida como “las tapas de la caja”, hechas con sólo dos piezas prefabricadas de hormigón, que proporcionan economía de tiempo, rápido montaje y facilidad de instalación. Una arquitectura híbrida que surge a partir del encaje de piezas, donde el bajo presupuesto estimulo soluciones creativas: una misma gama de materiales y diferentes colores generaron diversas posibilidades.
Los elementos pre-fabricados de la fachada al aportar economía de la construcción, y reducción de coste y residuos, implementaron conceptos de ecología y sostenibilidad al edificio.
El
confort térmico y lumínico es naturalmente favorable por la orientación de la
fachada al sur y este, y por las aberturas opuestas a la orientación principal
de la vivienda (que proporciona la ventilación cruzada). Esta solución ahorra
en gran parte del año los costes de la climatización artificial.
La plaza pública interior de la manzana deriva de los elementos representativos de la cultura madrileña. A partir del collage conceptual, surge un espacio cálido y recogido. Los materiales siguen siendo el hormigón y el adoquín, que son humanizados por las áreas con vegetación, los espacios de descanso y los espacios infantiles.